HACIA UNA RIZOMÁTICA DE
LA CLÍNICA
Lic. Ps.
Alfredo Perdomo (Montevideo-Uruguay). +598 99 375 258 psicoper@hotmail.com
Definición del problema a
abordar:
El sentido de este
trabajo está en la elaboración y profundización de una clínica que apunte, como
dicen Deleuze y Guattari en 1972, a una ‘psiquiatría materialista’. La idea es
trabajar con este ‘inconsciente trascendental’ que plantean en “El Anti Edipo”,
buscando una clínica que trabaje con el plano de inmanencia, en las condiciones
materiales de existencia, por fuera de las trascendencias pseudocientíficas (ya
sean positivistas, psicoanalíticas, cognitivistas u otras psicologías
personológicas). Se expondrán viñetas clínicas donde se visualizará la
incidencia del rizoma en que se encuentra la subjetividad en cuestión, el campo
social histórico con sus molaridades y molecularidades, la transversalidad del
capitalismo mundial integrado, etc.
Se conectará la propuesta
esquizoanalítica con varias advenidas de diversos sectores de la psicología y
salud mental (psicoanálisis, psicología social, diálogo abierto), enfocándonos
sobre todo en las propuestas principales de Enrique Pichon Riviére. Este autor,
a mediados del siglo XX, muy cercano en el tiempo a Félix Guattari (aunque no
se conocieron, siquiera a nivel conceptual), dialogó con el psicoanálisis del
primer medio siglo, incluso con Jacques Lacan, también con la antipsiquiatría
inglesa (sobre todo Laing y Cooper). Generó una perspectiva clínica abierta
abriendo “las ventanas” del encierro yoico y edípico, analizando los factores
sociales, económicos, políticos, culturales, etc. en la subjetividad. Incluso
generó la idea del archiatra, donde el psiquiatra (o psicólogo) debía ser un
gran conocedor de diversos campos de lo humano (medicina, psicología,
filosofía, semiótica, antropología, arte, etc.). Le daba un gran valor a una
actitud transformadora de la realidad como índice de salud, y no a una mera
adaptación (en tal sentido separaba la adaptación pasiva de la activa). Buena
parte de sus prácticas psiquiátricas institucionales son revolucionarias,
dándole protagonismo y autonomía a las personas internadas (prácticas similares
al enfoque de la psicoterapia institucional de Tosquelles, Oury y Guattari). El
grupo es el instrumento privilegiado para las diversas intervenciones, así como
las intervenciones con familias.
Analizaremos también la
subjetividad actual en estos tiempos, donde se visualizan los funcionamientos
de dos máquinas abstractas, una nómade y otra sedentaria. A una la
denominaremos WASP (modelo hombre blanco, anglosajón y protestante, asociado a
los blancos que defienden los valores tradicionales, euro y nortecentristas,
patriarcales y machistas) y el otro Revolucionario Molecular (antipatriarcal,
anticapitalista, feminista, igualitario, defensor de las diversidades sociales
e identitarias, antifascista). Los conectaremos con los conceptos de Pichon
Riviére de adaptación activa y pasiva, así como a las catexis de deseo
reaccionarias y transformadoras. También veremos los aportes de autores como
Franco Berardi en relación a sus análisis del Hombre Blanco y cómo va llevando
a la subjetividad al momento actual. Asimismo veremos las dimensiones de lo que
este autor plantea como subjetividades conjuntiva y conectiva.
Preguntas de
investigación:
¿Qué valor le damos a la
aparición de indicadores de los asuntos que suelen denominarse (y hasta
denostarse por tales en la clínica convencional) sociales (e históricos,
económicos, políticos, etc.)?
¿Cómo el esquizoanálisis
puede dialogar con perspectivas de trabajo clínico psicológico, enriqueciendo y
además superando las perspectivas personológicas?
Conexión de conceptos: Rizoma,
Cartografía, Inconsciente trascendental.
Intercesores: Enrique
Pichon Riviére y Franco “Bifo” Berardi
Fascismos al acecho.
Cartografías. Siempre se
trata de eso. Hagamos lo que hagamos. Entendiendo o no que hacemos eso. Es
inevitable. Cualquier cosa que emprende una persona porta ese acto, el mapeo,
ver qué pasa, donde estoy, qué generó, que se produce en mí, qué intensidades
se juegan y…y…y… Incluso no necesariamente es un acto consciente, ahí se juega
también la mayoría de las veces el inconsciente productivo. Y no es un mero
acto subjetivo-individual, la subjetividad abierta múltiple y colectiva vive
cartografiando y produciendo en esos mapeos. Y no solo mapas obviamente.
El rizoma está cambiando,
estamos viviendo tiempos jodidos y se están dando agujeros negros destructivos
en forma siniestra en el mundo. No es nada nuevo. En especial Guattari siempre
ha hablado de que cada tanto vuelven los arcaísmos y fascismos, en formas
novedosas y no tanto. La desaparición de un proyecto colectivo consistente y
potente (con sus fallas y peligros obviamente) como el denominado “Mundo
Comunista” ha hecho que desde los 90 hasta aquí los proyectos neoliberales se
vayan implantando con mayor fuerza. Los gobiernos de centro-izquierda que han
gobernado en buena parte de América y Europa generaron una agenda de derechos
bastante revolucionaria, intentaron efectuar algo de justicia social con
resultados muy dispares (sobre todo en Latinoamérica donde el hambre y la
pobreza no son comparables al mundo europeo ni al norteamericano –y es una
obviedad pero es bueno recordarlo, que Asia y sobre todo África están mucho
peor). Pero estos gobiernos de tibios cortes reformistas en su mayoría no
cuestionaron en gran forma al Capitalismo Mundial Integrado que siguió vivito y
coleando.
Gilles Châtelet, en su
libro Vivir y pensar como puercos. De la
incitación a la envidia y el aburrimiento en las democracias de mercado
(Châtelet 2002), con gran dedicatoria a varios pensadores, entre ellos Deleuze
y Guattari, ha realizado un buen análisis de este fenómeno de gobiernos
izquierdistas y progresistas que lograron básicamente continuar legitimando el
Capitalismo bajo otras formas. Su principal crítica se dirige contra los
pensadores del neoliberalismo, que en forma inteligente se dieron cuenta de que
era imposible sostener la postura conservadora, llena de prejuicios y
anacrónicos tradicionalismos. Este posicionamiento dificultaba el “progreso”
económico. La mejor manera de inculcar un neoliberalismo soft, pero más eficaz,
fue con la apertura a las ideas progresistas, más tolerantes y libertarias
(Châtelet 2002). Una izquierda remozada, perfumada y edulcorada, ya con poca
crítica hacia el Capitalismo y el Libre Mercado, se terminó imponiendo.
Este Gilles, que no es
Deleuze, cita un párrafo de ¿Qué es la
filosofía? de nuestros queridos Gilles y Félix que bien se puede decir que
es la base sobre la que despliega su excelente libro:
“Los derechos humanos no
nos harán bendecir el capitalismo. Muy inocente, o muy artera, tendría que ser
una filosofía de la comunicación que pretendiese restaurar la sociedad de los
amigos, o incluso de los sabios, formando una opinión universal como “consenso”
capaz de moralizar las naciones, los Estados y el mercado. Los derechos humanos
no dicen nada sobre los modos de existencia inmanentes del hombre provisto de
derechos. Y no sólo experimentamos la vergüenza de ser hombres en las
situaciones extremas descritas por Primo Levi, sino en condiciones
insignificantes, ante la bajeza y la vulgaridad de la existencia que acechan a
las democracias, ante la propagación de esos modos de existencia y de
pensamiento-por-y-para-el-mercado, ante los valores, los ideales y las
opiniones de nuestra época. La ignominia de las posibilidades de vida que se
nos ofrecen sale a la luz. No nos sentimos fuera de nuestra época, al
contrario, continuamente contraemos con ella compromisos vergonzosos. Este
sentimiento de vergüenza es uno de los motivos más poderosos de la filosofía.
No somos responsables de las víctimas, sino ante las víctimas. Y no queda más
remedio que hacer el animal (gruñir, hozar, reír estúpidamente, convulsionarse)
para escapar a lo innoble: incluso el pensamiento está a veces más cerca del
animal moribundo que del hombre vivo, aunque se trate de un demócrata”
(Châtelet 2002: 9).
En nuestro continente se
posicionaron en el poder en buena parte de las dos primeras décadas del siglo
XXI, gobiernos de variado cuño izquierdista. Los que han generado reformas de
índole más revolucionaria han padecido desde juicios políticos de oscura
legitimidad hasta golpes de estado y expulsiones. Los demás padecen el desgaste
propio de gobiernos que no apuntaron a cambiar tanto las reglas de juego y son
sustituídos por gobiernos de cuño más derechista y conservador, algunos se han
mantenido con postura totalitarias muy lejanas a una izquierda (al menos la que
piensa quien escribe). El Capitalismo está cambiando de receta, ahora está
mapeando el oscuro rizoma de la ola conservadurista y poniéndose a tono. Con
discursos anti-globalización, patriarcales, religiosos (sobre todo
evangelistas), racistas y hasta anti-comunistas o anti-izquierdistas, nuevos
líderes y gobiernos derechistas surgen en el mundo. Parece un retroceso. Pero
hay que tener en cuenta que siempre estuvieron en el socius estos discursos,
estas catexis reaccionarias. Ahora toman mayor empuje. Parece un plan
genialmente ejecutado, y tal vez sea así para desgracia nuestra.
Pero todo puede ser, e
incluso que esta subjetividad colectiva, el cuerpo lleno del Capitalismo Mundial
Integrado actúa y también genera sus propias producciones y reproducciones, en
fin… todo lo necesario para seguir funcionando. El reciclaje necesario. El
nuevo embrujo, la nueva brujería, la nueva máquina milagrosa funcionando. El
polo paranoico del socius está tomando con virulencia viejos valores-fuerza.
Parece la vuelta a los años 70, tras lo que fueron los fervorosos años 60,
sobre todo sus últimos años. El aparato de estado más represivo fue puesto
nuevamente al servicio para reinstaurar un poco de orden. Algo así parece estar
sucediendo nuevamente tras un poco de avances sociales y en derechos dentro del
marco capitalista. Es hora de que aparezcan los viejos dinosaurios.
Clínicas que cartografían
En 2019, en Uruguay, un
paciente en consultorio, en pleno año electoral, me dice: “voy a votar por la
Reforma (se refiere a una Reforma en Seguridad que propuso parte de la Derecha
en Uruguay). Esto no se banca más. Ayer robaron a unos amigos. Esto pasa todos
los días. Todo se fue al carajo. Yo voté al Frente Amplio (coalición de
centro-izquierda que ha gobernado entre 2005 y 2020), pero no va más. Se
necesita mano dura. Si hay que poner militares en la calle para parar esto, que
así sea”.
Otro paciente señala,
también en su hora de consultorio particular, durante esa misma época: “no
aguanto más, otra vez me robaron. Estos zurdos ya me pudrieron. No sólo no
solucionaron la pobreza y el desempleo, dan unos salarios de mierda a los que
trabajamos, nos fajan con impuestos y para colmo no te protegen. Toda la vida
fui de izquierda, pero la verdad que ya no lo banco más. Creo que me voy a
tirar a la derecha. Pienso votar a Manini (General retirado, principal militar
en buena parte del gobierno del Frente Amplio de 2015-2020, con rispideces con
la presidencia en el último período que motivaron su destitución, actualmente
es el máximo referente de un nuevo partido de derecha, Cabildo Abierto, que en
2019 logró más de un 10% de los votos y en 2024 apenas superó un 2). Es un
milico de mierda, lo sé, pero igual. Se necesita una persona de autoridad que
ponga las cosas en orden un poco. Creo que es la hora de cambiar para la
derecha. Me duele lo que digo, pero esta izquierda fue una mierda, y ahora creo
que esto solo lo puede solucionar una vuelta a la derecha”.
Sigo con otra viñeta de
otro paciente, ya con los resultados electorales de 2019 a la vista: “yo no te
puedo creer. Ganó la derecha. Es increíble. Qué pueblo cornudo. Volvemos a los
de antes. Con todo lo que hizo el Frente. Tá, yo sé que quedaron cosas
pendientes, que hubo líos de corrupción…. pero bajaron la pobreza, aumentaron
los salarios, la gente viaja más, disfruta más, consume más. Hasta los que no
laburan pueden consumir mucho más que antes. De seguro esos pichis de mierda
muchos votaron a los blancos (así se les dice a los miembros y partidarios del
Partido Nacional, partido conservador que ganó las elecciones en ballotage),
que se jodan ahora, que vuelvan a la mugre. Nos cagó la inseguridad, ese fue el
tema, ahí se fue todo a la mierda. Pero si creen que estos los van a
solucionar, son unos pelotudos, peor vamos a estar”.
Mientras tanto en el
Hospital Psiquiátrico, en diferentes instancias grupales trabajando con
pacientes con diferentes trastornos mentales en agudo, se escucha decir, por
esa misma época:
“Dios todopoderoso pone
las cosas en su lugar. La biblia, la verdad, los pastores lo dijeron. Estos
comunistas se tenían que ir, son el mal. Le hacen mucho daño a Cuba y
Venezuela. Por eso quedé también recontento cuando entro la rubia esa con la
biblia en Bolivia. Mi familia está recontenta con que ganaron acá Lacalle y
Manini”.
“Viva Bolivia y Brasil.
Yo le dije a Bolsonaro que ayude a los países pobres a ser ricos y buenos para
Dios. Me está haciendo caso. Por eso hecha a los malos. Chile va a volver a ser
lo que era, esa gente mala se va a arrepentir de lo que hacen con Chile. En
Uruguay con estos comunistas y tupamaros ya no se podía más. Los comercios
cierran, la gente fuma más droga, todo está caro. Tabaré es creyente pero solo
no pudo. Argentina ahora se va a fundir con estos ladrones que volvieron, son
el Diablo. Bolsonaro y Trump los van a echar. Dios hace las cosas bien para que
la gente aprenda”.
“Vos está reloco, como
vas a decir eso. El Frente es lo más grande que hay. ¿No ves que esto es una
revolución, íbamos a ser como Rusia y Cuba y ahora todo se echó para atrás?
Vuelve el Imperio, vuelve el Capitalismo, la sociedad libre se terminó. El aborto,
la marihuana, el matrimonio gay, los sueldos buenos, la tarjeta mides pa los
pobres… todo eso se terminó. Nos van a robar todo los blancos, los colorados y
el milico este.”
“El tema es el poder de
la moneda. La moneda de 10 pesos, echa en China y fundida en oro en Rusia va a
ser la más poderosa. Los yankees se mueren y están desesperados. Con esa moneda
todos vamos a ser ricos y poderosos. Los gringos no quieren eso. Europa ya
compró esas monedas. Yo tengo varias en mi poder y espero salir de acá e irme a
la mierda, al menos a Argentina sino a México. Cuando junte unos pesos compro
más monedas de 10 pesos de oro chinas y me voy. A Rusia, China, Australia, pero
me voy. Me haré rico allá, acá todos van a morir pobres”.
De las psicologías personológicas al esquizoanálisis
El rizoma está, actúa, se
mueve y hace mover. Más que nunca Deleuze y Guattari aciertan: “El delirio no
es familiar, sino histórico-mundial. Se delira a propósito de los chinos, de
los alemanes, de Juana de Arco y del Gran Mongol, acerca de los arios y los
judíos, del dinero, del poder y de la producción, y no en absoluto sobre papá y
mamá. Aún más: la famosa “novela familiar” depende estrechamente de las catexis
sociales inconscientes que aparecen en el delirio, y no a la inversa.”
(Deleuze, Guattari 2006). En la misma entrevista se preguntan: “Lo que a
nosotros nos interesa (y que, en cambio, no interesa en absoluto a los
psicoanalistas) es esto: ¿Cuáles son tus máquinas deseantes? ¿Cuál es tu manera
de delirar el campo social?” (Deleuze, Guattari 2006). Sin dudas esa es la cuestión. La interrogante
de la subjetividad y su producción social. Su deriva delirante. ¿Acaso las
conexiones maquínicas de los psicóticos son “mejores” que las que puede hacer
un fascista, un revolucionario o un pacifista? Las fuerzas sociales
comunicantes contrapuntean en el socius, capturando las subjetividades en
diversas modulaciones y polos.
El modelo WASP (hombre
blanco, anglo-sajón y protestante, asociado a los blancos que defienden los
valores tradicionales, euro y norte-centristas, patriarcales y machistas) está
en crisis hace tiempo ya, y por eso mismo lucha por la permanencia. Hoy día, y
hace tiempo ya, obviamente no está sólo en los humanos de etnia blanca, sino en
cualquiera que adopte estos valores predominantes del WASP (puede ser afro,
chino, judío, etc.). En un mundo cada vez más esquizofrénico, todo parece ser
posible, desde las libertades más inimaginables hasta el ostracismo más
extremo. La escisión parece tener una lucha cada vez entre posiciones más
extremas. O se avanza en una sociedad cada vez más diversa y más justa, o se
vuelve a una sociedad más militarizada, represiva y racista. Lo que vivimos en
Brasil en la educación durante el bolsonarismo, es una muestra. Incluso con el mal
manejo que tuvo su gobierno durante la pandemia, casi gana nuevamente las
elecciones recientemente, dejando la fantochada del intento de golpe de Estado
“a la Trump” que le podría costar la prisión a su líder. Nuevamente la cuestión
del misterio vuelve a establecer las preguntas que Baruch Spinoza y Wilhem
Reich se hicieron. Las masas desean la esclavitud, desean el fascismo.
En su Tratado Teológico Político (Spinoza
2014) Spinoza refiere que “los hombres luchan por su esclavitud como si fuera
su salvación” (Deleuze, Guattari 1985). ¿Por qué los seres humanos actuamos,
incluso en contra de nuestros intereses, obedeciendo a las órdenes de nuestros
amos, sus deseos y hasta sus desatinos? Ya Reich refería en Psicología de masas del fascismo que “lo
sorprendente no es que la gente robe, o que haga huelgas; lo sorprendente es
que los hambrientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en
huelga”, como nos lo recuerdan citándolo Deleuze y Guattari en El Anti Edipo (1985). Como en varios
momentos históricos las masas desean el fascismo; las catexis reaccionarias,
conservadoras, se imponen a las transformadoras y revolucionarias.
Reterritorializaciones del Poder que apela a entristecernos, favoreciendo la
adaptación pasiva al decir de Pichon Riviére, o la Normopatía según Jean Oury.
Estos vaivenes se dan en
lo que Pichon Riviére trabajó sobre la cuestión de la adaptación en las
subjetividades: es la “adecuación o inadecuación de la respuesta del sujeto a
las exigencias del medio. A la conexión operativa, transformadora o inoperante,
empobrecida, entre sujeto y mundo” (Zito Lema 1997: 85). El devenir esquizo o
esquizoonte está más del lado de la adaptación activa, que implica “una
perspectiva integradora y tiene capacidad para transformar esa realidad
transformándose, a la vez, él mismo” (Zito Lema 1997: 86). Incluso Pichon
disloca esta cuestión de la concepción capitalista: “no implica aquí
“competencia social”, aceptación indiscriminada de normas y valores, sino, por
lo contrario, una lectura de la realidad con capacidad de evaluación y
propuestas de cambio” (Zito Lema 1997: 86). Adaptación pasiva y activa se
bambolean en las subjetividades como lo estriado y lo liso, lo nómade y lo
sedentario. Las subjetividades se mueven en esta diagramación.
Pichon Riviére cuestionó
desde el Río de la Plata al psicoanálisis y las psicologías meramente
individualistas. “El psicoanálisis debe ser espontáneo, imaginativo, no atado a
pautas rígidas” (Zito Lema 1997: 95). Al igual que Tosquelles, Oury y Guattari,
comenzó el andamiaje de su concepción con el psicoanálisis y el marxismo.
También para él Wilhem Reich ha hecho aportes importantes, considerándolo
también dentro del campo de la psicología social. Reich “ha hecho la tentativa,
sin duda una de las más serias, de buscar los puntos de unidad entre el
psicoanálisis y la teoría social” (Zito Lema 1997: 99). La concepción
pichoniana todavía tiene un familiarismo muy fuerte en su teoría, pero toma
también lo social, lo económico, cultural, etc. como factores fundamentales en
la praxis de la psicología social, punto que lo acerca en parte al
esquizoanálisis. “Es preciso aclarar que la psicología social no pone su acento
en la familia, lo pone en la interacción entre la familia y sociedad” (Zito
Lema 1997: 105).
En este pasaje Pichon lo
deja muy claro: “Para nosotros el individuo humano es un ser de necesidades que
sólo se satisfacen socialmente, en relaciones que lo determinan. El sujeto no
es sólo un sujeto relacionado, es un sujeto producido. No hay nada en él que no
sea la resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases” (Zito
Lema 1997: 107). Guattari sobre todo, nos enriquece esta visión con su
concepción de los equipamientos y también con la de lo colectivo (incluyendo lo
pre-personal), y ni hablar con su aporte de las tres ecologías. Pichon Riviére
va a privilegiar como el lugar de operación a los grupos. Juan Carlos De Brasi,
un pos-pichoniano, en los 90, incluirá la posibilidad de trabajar con esta
concepción con una persona o con cualquier tipo de subjetividad, cuando afirma
que un individuo ya es un grupo plegado: “No, un grupo para nosotros es uno
plegado. No son veinte personas, es ella que está allí, sólo que está plegada…
no es una evidencia empírica la que da la noción de grupo” (De Brasi 1995: 93).
Toma Pichon de Aldo
Pellegrini la idea de arquiatra, “una búsqueda sin pausas del saber. Esa ansia
de penetrar, a fondo y con los riesgos que ellos significa, en los misterios de
la naturaleza humana” (Zito Lema 1997: 77). Resuena esta noción con el
esquizoanálisis como transdisiciplina o antidisciplina, en su afán sólo de
trabajar una concepción de subjetividad e inconsciente en cualquier ámbito:
clínico, cultural, artístico, filosófico, político, científico, etc. Y trabajando
justamente con todas las disciplinas y campos del saber que fueran necesario.
Pichon Riviére señalaba que un clínico, psiquiatra, o psicólogo social, debía
nutrirse de forma múltiple en el saber de lo humano: política, psicología,
simbolismo, semiótica, arqueología, etc… No conoció Pichon al esquizoanálisis,
pero sí a la antipsiquiatría de Laing y Cooper, con la que tiene afinidades
similares a las que tiene con Reich, y comparte la apuesta de humanizar la
atención psiquiátrica, pero no está de acuerdo con sus visiones téoricas y
técnicas a las que visualiza como desviaciones de las posturas de Sartre.
Autores como Alfonso Lans
han trabajado ciertas analogías entre las experiencias y teorías de Enrique
Pichon Rivière en Argentina y Félix Guattari en La Borde. Sin dudas Pichon hace
también un alejamiento del modelo psicoanalítico clásico, hasta lo patenta en
sus obras: Del psicoanálisis a la
psicología social (1971). Si bien mantiene muchos elementos
estructuralistas en la teoría, va hacia una concepción familiar y social de la
locura y de todo malestar psíquico. Y también tiene en común el hecho de ver la
necesidad de revolucionar los hospitales psiquiátricos. El argentino fue
expulsado del hoy llamado Hospital Borda por generar prácticas alternativas que
fueron muy mal vistas por el statu quo. Ante la falta de enfermeros instrumentó
a pacientes para que pudieran cubrir en buena parte esos roles. Esta
experiencia también recuerda a las de Tosquelles que tanto inspiraron a Oury y
Guattari en La Borde. Joaquín Rodríguez Nebot, en una de las tantas
conferencias dadas por él en las que participé, señaló que conoció a Pichon
Rivière en sus últimos años, y estaba comenzando a leer a Gregory Bateson y sus
Pasos hacia una ecología de la mente
(1991). Bateson es importante para Guattari por su concepto de meseta que es
tomado para trabajar su visión del rizoma (Deleuze & Guattari 2004), y
también para su concepción ecosófica (Guattari 1996).
No es casualidad que haya
sido en autores muy implicados en el pensamiento del psicólogo social argentino
(más allá de su nacimiento en Suiza) que las ideas de Deleuze y Guattari
comienzan a introducirse en forma muy clara. Es señera en ese sentido la
edición de Lo grupal, una serie de
diez libros que van señalando en muchos de sus autores elementos críticos a la psicología
social pichoniana clásica y van proliferando otras concepciones y praxis. Entre
esos autores encontramos a Gregorio Baremblitt (señalado como uno de los más
importantes introductores del pensamiento de Deleuze y Guattari en
Latinoamérica), Juan Carlos De Brasi, Eduardo Pavlovsky, Hernán Kesselman,
Osvaldo Saidón o Marcelo Percia . Esos libros se editaron entre 1983 y 1993
(AA. VV. 1983). Allí comenzaron a circular concepciones y derivaciones hacia el
esquizoanálisis, el psicodrama, el análisis institucional, modos críticos y
renovados del psicoanálisis y la psicología social. Y sobre todo concepciones
críticas de la subjetividad, escapando de las concepciones clásicas del
psicoanálisis, el estructuralismo y la dialéctica. Herramientas provenientes de
autores como Deleuze, Guattari, Foucault, Derrida, Loureau, Lapassade y otros
complejizaron los campos de intervención y las miradas sobre la subjetividad,
la sociedad y la salud.
En ese campo rioplatense,
en los ámbitos de las psicologías grupalistas y los intercambios universitarios
entre Uruguay y Argentina, estas ideas van tomando fuerza. Y generan cambios,
cuya mayor irrupción en Uruguay se da en el Área de Psicología Social en la
Facultad de Psicología de la Universidad de la República en los años 90, que
pasa de un esquema esencialmente pichoniano a una psicología social con miradas
desde la complejidad con muchas de las innovaciones y críticas ya enunciadas.
Desde ahí, profesores como Silvia Castro, Joaquín Rodríguez, Alejandro Raggio,
Alfonso Lans, Gabriel Galli y otrxs trabajan investigaciones sobre las
producciones de subjetividad revolucionando la psicología social y sus modos de
enseñanza y trabajo.
Un paso fundamental es la
fundación en los 90, en el marco de la Facultad de Psicología, del Servicio
Social Comunitario de Atención Psicológica, cuya área clínica
es coordinada por el psicólogo Alfonso Lans. Ahí comienza a fundarse una
clínica muy sostenida en el estudio de autores como Deleuze, Guattari,
Pavlovsky y Baremblitt, entre otros. Y el paso fundamental en la inauguración
de la clínica esquizoanalítica en Uruguay es la fundación del Centro Félix
Guattari en Montevideo en el 2000. Alfonso Lans, Gabriela Etcheverry y Marcello
Leggiadro, entre otros, inauguran un espacio de estudio, formación e
investigación en prácticas esquizoanalíticas. Allí, a tres años de egresado
como psicólogo hago mi especialización en clínica esquizoanalítica, culminándola
en 2005. En base a seminarios, esquizodramas y un esquema básico de trabajo
centrado en la técnica operativa de grupo pichoniano se fueron dando los
aprendizajes de conceptos, modos de intervención, covisiones clínicas y el aprendizaje
del proceso humano y grupal. Todo un proceso alquímico de transformación. De
modos singulares. Como decía Baremblitt en algunas de sus conferencias, según
recuerda vagamente mi memoria: “Al esquizoanálisis uno va entrando con lo que
trae, del proceso vivencial y lo aprendido, y se va modificando a medida que los
conceptos deleuzo-guattarianos se van incorporando, de maneras únicas y
diversas”.
El esquizoanálisis en su
vertiente clínica-psicológica debe conjugar y llevar a sus límites y hacer
estallar los campos de las psicologías personológicas, nutriendo incluso campos
de la salud mental como la sistémica, el diálogo abierto o la psicología
social, que en sí mismos piensan estas cuestiones más allá de mentes
individuales. Conjugar la clínica psicológica cartográfica o rizomática
haciendo trabajar esa noción de inconsciente trascendental que comienza a
esbozarse en El Anti Edipo: “…una
revolución, esta vez materialista, no puede pasar más que por la crítica de
Edipo, denunciando el uso ilegítimo de las síntesis del inconsciente tal como
aparece en el psicoanálisis edipiano, de modo que recobre un inconsciente
trascendental definido por la inmanencia de sus criterios, y una práctica
correspondiente como esquizo-análisis” (Deleuze&Guattari 1985: 81).
Guattari trabajó con los
sistémicos en los 80, a través de la amistad con Mony Elkaim, nutriendo el
campo clínico y enriqueciendo todo lo relacionado a las Redes Sociales,
justamente en una labor de arquiatras, con el despliegue de nociones
contemporáneas de la filosofía, la física y la sociología entre otras disciplinas.
Entre esos vectores que vemos hoy, se ha desarrollado el Diálogo Abierto entre
los 90 y 2000, surgido en prácticas institucionales, clínicas y sociales en
Finlandia. A través de las ideas del filólogo ruso Mijail Bajtín, el Diálogo
Abierto entiende a la subjetividad en el entre
y no en un sujeto específico, trabajando con la multiplicidad interviniente,
descentrándose del paciente y convocando al diálogo entre los diferentes
actores (familia, amigos, equipo técnico y otros miembros de la red social), colocando
a los técnicos como una parte más de la red e intentando empoderar a las
subjetividades sufrientes y sus grupalidades cercanas tomando las decisiones
sobre el padecer, sus efectos y los proyectos de vida. Un punto importante es
la polifonía, ese concepto de Bajtín, que convoca a prestarle atención y a
convocar a las diferentes voces y puntos de vista, concepto que Guattari ha
venido trabajando también: “De hecho, la subjetividad es plural y polifónica, para
retomar una expresión de Mijail Bajtin. No conoce ninguna instancia dominante
de determinación que gobierne a las demás instancias como respuesta a una
causalidad unívoca” (Guattari 1996 a: 11).
En Diálogo Abierto no se
somete a las subjetividades a significaciones dominantes ni a interpretaciones
edípicas ni de ninguna calaña, la voz técnica es una más y se tiende a no
colocarse en un lugar de expert autoritario.
Su único objetivo es la profundización del dialogismo y la reflexión, en
contacto con las sensaciones corporales y emocionales, conjunto que irá
llevando a las transformaciones deseantes. “El dialogismo implica heterofonía
–multiplicidad de voces-, heterología –alternancia de tipos discursivos
entendidos como variantes lingüísticas individuales- y heteroglosia –presencia
de distintos niveles de lenguaje-. Las terapias dialógicas, como el diálogo
abierto, recogen esta concepción como inspiración. En el diálogo abierto se
hace hincapié en promover el diálogo y sólo secundariamente en suscitar el
cambio en el paciente o en la familia” (Seikkula y Arnkil 2016: 304).
Entre el WASP y las Revoluciones Moleculares.
¿Por qué urge tener
visiones de la psicología, la salud mental y la clínica, que no sean
personológicas y puedan dar cuenta de la realidad material con la que trabajamos?
Dicho de otra manera: para retomar esa propuesta de una psiquiatría o
psicología materialista descripta en El
Anti Edipo. Porque sino inventamos un mundo demasiado embrujado, encantado
y falso. Las teorizaciones estructuralistas individualistas, edipizantes,
simbólicas, arquetípicas, cognitivas u otras nos alejan de la realidad concreta
donde se desarrollan los hechos. Los síntomas se dan en relaciones sociales, en
agenciamientos maquínicos colectivos, en territorios existenciales donde los
equipamientos, las instituciones, los flujos sociales, históricos, culturales
y…y…y marcan sus esquizias constantemente. Son las mismas maquínicas deseantes
puesta en juego, en movimientos micro y macropolíticos. Guattari afirmaba que
antes que el ser está la política, porque ya los sujetos como resto de la
maquinaria están produciéndose en juegos de poder y deseo que les preceden, la
inmanencia. Los síntomas son índices maquínicos ecosóficos.
Sobre la depresión, por
ejemplo, Franco Berardi afirma que es inherente al modo de vida neoliberal,
algo que vienen estudiando autores como Leader (2011) y Ehrenberg (1998) como
fenómeno al menos desde los 70. “Los eventos de la depresión económica y la
depresión psíquica deben ser entendidos en el mismo contexto, porque están
interrelacionados” (Berardi 2018). La
depresión social inevitablemente afecta los espíritus individuales, compone
cuerpos tristes. “La máquina perfecta de la ideología neoliberal se está
cayendo a pedazos porque estaba fundada en el supuesto equivocado de que el
alma podía ser reducida a mera racionalidad. El lado oscuro del alma –miedo,
ansiedad, angustia, pánico y depresión– por fin ha mostrado su cara después de
haber pasado una década rondando en las sombras de la muy pregonada victoria y
la prometida eternidad del capitalismo” (Berardi 2018).
La subjetividad traza mapeos
maquínicamente, en los “entres” que permanentemente poblamos y producimos.
Entre fragmentos y acontecimientos de otros humanos, animales, plantas,
minerales, y múltiples artefactos como celulares, televisores, autos, casas,
diversas instituciones y un etcétera gigante. Si somos estrictos en el sentido
esquizoanalítico, los encuentros no son entre personas u otros “objetos
totales”, sino entre pensamientos, afectos, sonidos, climas, intensidades, etc.
Encuentros deseantes, máquinas deseantes, cuerpo sin órganos. Toda una
micropolítica de los vínculos y las conexiones.
En estos tiempos post-pandémicos,
los virus capturan nuestra atención y nos libidiniza un terrible agujero negro
que descompone besos, abrazos y múltiples encuentros corpo-afectivo-sensibles.
La subjetividad conjuntiva pierde terreno en estos días, diagramándose con
mayor fuerza la subjetividad conectiva.
Bifo Berardi, en La sublevación, afirma que la
subjetividad conjuntiva privilegia la sensibilidad. Nos dice:
“La sensibilidad es la
capacidad de los seres humanos de comunicar cualquier cosa que no se pueda
decir con palabras. Es la disponibilidad de los cuerpos a las caricias, a la
compasión entendida como percepción compartida. El organismo colectivo es capaz
de conjunción y, por tanto, capaz de afectividad, comprensión sensual y
solidaridad social. (Berardi 2014: 104)
La subjetividad
conectiva, por otra parte, dice el autor que “es la interoperatividad funcional
de organismos reducidos a segmentos lingüísticos compatibles. La difusión de la
modalidad conectiva en la vida social produce las condiciones de un cambio
antropológico del cual no distinguimos aún plenamente los contornos. Este cambio
implica una mutación del organismo consciente: para que el organismo consciente
pueda hacerse compatible con el ambiente conectivo es necesaria una
reformulación del sistema cognitivo”… “La tecnología recombinante de la Red
global provoca una aceleración de los flujos informativos y una potenciación de
las capacidades de concatenación conectiva. Pero al mismo tiempo esto parece
producir un embotamiento de las facultades conjuntivas de la cognición humana.
La facultad conjuntiva esencial, que es la sensibilidad y la expansión de la
modalidad conectiva en la psicoesfera, produce efectos de tipo patógeno sobre la
esfera de la sensibilidad” (Berardi 2014: 106).
¿Será este cambio subjetivo importante, que
menciona Berardi, el que está llevando a la aparición de personalidades cada
vez más frágiles, vulnerables? Al menos desde los 90 muchos autores señalan que
la neurosis está en decadencia, y que cada vez más nos encontramos con
personalidades limítrofes, que bordean la impulsividad, la psicosis y hasta el autismo
. ¿Qué pasará con esta mayor diagramatización de la subjetividad conectiva
aumentada además tras el confinamiento? Quizá nos tengamos que preparar cada
vez más a estar con nuevas modalidades de subjetividades zombis de pantalla.
Tal vez la subjetividad
conectiva también nos aleje cada vez más del mundo de los animales y las
plantas. La pantalla de la mascota virtual no siente lo mismo que un perro o
gato de veras, y mucho menos un perro-robot. Guattari afirmaba que la
tecnología es algo a lo que no podemos rehusarnos, y que puede ser un
instrumento más para la libertad humana. Pero sin duda las máquinas técnicas
tienen su lado oscuro, un diagrama tenebroso del que nos han dado posibles
pistas artistas de la ciencia ficción. Recordemos la saga de Terminator, o la de Matrix, o Robocop, o
novelas como 1984 o Fahrenheit 451.
Esta subjetividad
conectiva llega al colmo incluso a nivel de proyecto colectivo ideológico, con
mucha pujanza en estos tiempos posmodernos y neoliberales: el transhumanismo.
Nos dice brillantemente Bifo sobre este en Autómata
y caos: “Una ideología transhumanista cuya premisa psicoepistémica es la
vergüenza y el asco de ser humanos, de tener cuerpos humanos y mentes
corpóreas” (Berardi 2020: 112). “Siguiendo la línea cartesiana, los transhumanistas
tienen un enfoque dualista del problema mente-cuerpo, y piensan que la mente
humana puede existir, independientemente del cuerpo, en una computadora”
(Berardi 2020: 114). Nuevas máquinas técnicas para ejercer la masacre sobre el
cuerpo, el nuevo Juicio de Dios, la racionalidad algorítmica desafectivizada y
desencarnada. O, mejor dicho, encarnada en bello cuerpo de siliconas.
Señala Bifo, entre otros,
a Harari en su Homo Deus, donde
afirma que la inteligencia no necesita de la conciencia; es más: esta es un
estorbo para el desarrollo de una “superinteligencia”. Nos dice Bifo:
“Aquí Harari toca un
punto esencial (en el que están incluidos los núcleos conceptuales del nazismo
y del transhumanismo a la vez): la eficacia de la acción inteligente es
exaltada y acelerada por la evacuación de la conciencia. El proyecto
transhumanista se basa en la premisa de que la tecnología hará posible una
simulación perfecta de la vida inteligente, pero esto es cierto solo si la vida
inteligente se desvincula de la conciencia, que es residuo y exceso, lentitud e
inexactitud”. (Berardi 2020: 116)
La inteligencia
artificial va en camino de la búsqueda de la subjetividad del autómata
algorítmico conectivo. Por suerte, concluimos con Bifo: “El proyecto transhumanista
es imperfecto porque el caos toma la delantera sobre el autómata, y porque la
conciencia nunca es aniquilada, aunque pueda resurgir en forma de caos
psíquico” (Berardi 2020: 148). La vida siempre puede más, y aunque los estratos
se endurezcan demasiado, el cuerpo sin órganos siempre los removerá y transformará
de maneras insospechadas. Aunque nos quieran hacer repetir el calco, siempre lo
podemos romper con nuevos mapas.
Podemos, pese a la
crítica de Bifo Berardi, entender también otra forma de transhumanismo. Una forma alegre,
constructiva, potente. Un transhumanismo maquínico, esquizo, que entiende la
cuestión de la subjetividad como agenciamiento colectivo, como paisaje que se
va componiendo en el devenir de las relaciones corporales, de las fuerzas, de
las historicidades, de las geografías y… y… y…
Transhumanismo que no se opone a lo humano, a
lo imperfecto, a lo material, a lo concreto… que se hunde en la inmanencia. O,
mejor dicho, que la reconoce. Ningún coro de ángeles abstracto, ninguna robotización
(o al menos no solo una robotización). Un cerebro inmundo, que no es conciencia
perfecta, sino una conciencia bastarda que sabe que apenas pilotea como puede
en los aires del inconsciente productivo. Ese inconsciente productivo donde las
máquinas cada vez más nos acompañan, subjetivan y producen en forma cada vez
más impactante. Historicidad que no es de ahora, obviamente, lleva mucho
tiempo, siglos. Pero hay que reconocer que los avances en informática y
digitalización han hecho que sean casi una parte nuestra insoslayable (pensemos
solo en el uso del celular). ¿Qué quiero decir con esto? Apuesto a un
transhumanismo consciente, “del abajo”, rebelde, revolucionario, que apueste a
los devenires vitales. Siendo conscientes, críticos con respecto a sus derivas
despóticas, controladoras y fascistas. La inteligencia artificial ya es parte
de nuestras vidas también. Sabemos que no es solo un demonio. Tiene mucho para
dar, nos puede ayudar, liberar. Agujereemos el aspecto capitalista-controlador,
servo-mecanicista y esclavista del asunto.
Produzcamos líneas de
fuga potentes para devenires rizomáticos, composiciones alegres y transformadoras
de nuestras realidades. Eso lo tomo como una enseñanza de Guattari, que jamás
propuso una lectura demoníaca de los avances en tecnología, sino un uso
libertario y vital.
Y esos movimientos moleculares
micropolíticos son los que necesitamos para socavar este transhumanismo
algorítmico del autómata que está conjugado a la máquina abstracta capitalista
del WASP. La máquina abstracta WASP funciona tercamente, como agujero negro
atrae nuestros deseos, cuando las promesas revolucionarias de un mundo mejor
decaen o son “traicionadas”, y/o cuando el confort consumista capitalístico
está en riesgo desde la perspectiva del cordero temeroso. Sin duda opera como
máquina deseante, elaborando la paranoia y el sedentarismo como se manifiesta
en los discursos y actos neuróticos y psicóticos descriptos en las viñetas
leídas. Obturan otros devenires posibles.
Apostemos a los devenires
revolucionarios. A los movimientos, organizaciones y multitudes que insisten en
marcar otros mundos de posibles, otras sociedades más deseantes y diversas,
donde solo quede afuera la explotación, la injusticia y el fascismo (el mayor
enemigo como nos los recordaba Foucault). Insisitir en las proliferaciones
revolucionarias de los movimientos LGBTQI+, el proletariado, los desocupados, los
ecologistas, los locos…. La mayoría marginada, al decir de Basaglia. El diverso
movimiento feminista que sacude hoy al
mundo con fuerza, devenir mujer que catapulta Revoluciones Moleculares, al
decir de Guattari.
Disputarle el poder al
WASP. Como afirman Deleuze y Guattari: “Supongamos que la constante o el patrón
sea Hombre-blanco-macho-adulto-urbano -hablando una lengua standard-
europeo-heterosexual cualquiera (el Ulises de Joyce o de Ezra Pound). Es
evidente que “el hombre” tiene la mayoría, incluso si es menos numeroso que los
mosquitos, los niños, las mujeres, los negros, los campesinos, los homosexuales,
etc. – Y la tiene porque aparece dos veces, una vez en la constante, otra en la
variable de la que se extrae la constante. La mayoría supone un estado de poder
y de dominación, y no a la inversa” (Deleuze& Guattari 2004: 107).
Justamente esa máquina abstracta WASP es la que está en disputa contra la que
podría llamarse (de paso sería un lindo homenaje a Guattari): Revolución
Molecular (que coloca todos los devenires transformadores y devenires
minoritarios, en líneas generales
anticapitalistas en sus diferentes versiones más los feminismos, la
diversidad sexual, los trabajadores, los desocupados, etc.). Ambas máquinas
abstractas funcionan y generan también sus diversas mezclas en lo local, pues
como nos enseñaron Félix y Gilles, estas cuestiones nunca son puras, están en
conjunción y en diversos gradientes nómade-sedentarios y sedentario-nómades
según el orden de las singularidades. La vida es obstinada, y siempre
re-aparece, e insiste en ponernos en los caminos de la liberación.
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