jueves, 23 de octubre de 2025

HACIA UNA RIZOMÁTICA DE LA CLÍNICA

 

HACIA UNA RIZOMÁTICA DE LA CLÍNICA

 

Lic. Ps. Alfredo Perdomo (Montevideo-Uruguay). +598 99 375 258 psicoper@hotmail.com

 Trabajo presentado en el VIII Coloquio Internacional Deleuze y Guattari - Chile 2025.




Cabe acotar que este trabajo profundiza líneas que se trabajaron en mi libro "Clínicas Guattarianas . Subjetividad y Esquizoanálisis" (Montevideo, Psicolibros Waslala, 2022)

Definición del problema a abordar:

El sentido de este trabajo está en la elaboración y profundización de una clínica que apunte, como dicen Deleuze y Guattari en 1972, a una ‘psiquiatría materialista’. La idea es trabajar con este ‘inconsciente trascendental’ que plantean en “El Anti Edipo”, buscando una clínica que trabaje con el plano de inmanencia, en las condiciones materiales de existencia, por fuera de las trascendencias pseudocientíficas (ya sean positivistas, psicoanalíticas, cognitivistas u otras psicologías personológicas). Se expondrán viñetas clínicas donde se visualizará la incidencia del rizoma en que se encuentra la subjetividad en cuestión, el campo social histórico con sus molaridades y molecularidades, la transversalidad del capitalismo mundial integrado, etc.

Se conectará la propuesta esquizoanalítica con varias advenidas de diversos sectores de la psicología y salud mental (psicoanálisis, psicología social, diálogo abierto), enfocándonos sobre todo en las propuestas principales de Enrique Pichon Riviére. Este autor, a mediados del siglo XX, muy cercano en el tiempo a Félix Guattari (aunque no se conocieron, siquiera a nivel conceptual), dialogó con el psicoanálisis del primer medio siglo, incluso con Jacques Lacan, también con la antipsiquiatría inglesa (sobre todo Laing y Cooper). Generó una perspectiva clínica abierta abriendo “las ventanas” del encierro yoico y edípico, analizando los factores sociales, económicos, políticos, culturales, etc. en la subjetividad. Incluso generó la idea del archiatra, donde el psiquiatra (o psicólogo) debía ser un gran conocedor de diversos campos de lo humano (medicina, psicología, filosofía, semiótica, antropología, arte, etc.). Le daba un gran valor a una actitud transformadora de la realidad como índice de salud, y no a una mera adaptación (en tal sentido separaba la adaptación pasiva de la activa). Buena parte de sus prácticas psiquiátricas institucionales son revolucionarias, dándole protagonismo y autonomía a las personas internadas (prácticas similares al enfoque de la psicoterapia institucional de Tosquelles, Oury y Guattari). El grupo es el instrumento privilegiado para las diversas intervenciones, así como las intervenciones con familias.

Analizaremos también la subjetividad actual en estos tiempos, donde se visualizan los funcionamientos de dos máquinas abstractas, una nómade y otra sedentaria. A una la denominaremos WASP (modelo hombre blanco, anglosajón y protestante, asociado a los blancos que defienden los valores tradicionales, euro y nortecentristas, patriarcales y machistas) y el otro Revolucionario Molecular (antipatriarcal, anticapitalista, feminista, igualitario, defensor de las diversidades sociales e identitarias, antifascista). Los conectaremos con los conceptos de Pichon Riviére de adaptación activa y pasiva, así como a las catexis de deseo reaccionarias y transformadoras. También veremos los aportes de autores como Franco Berardi en relación a sus análisis del Hombre Blanco y cómo va llevando a la subjetividad al momento actual. Asimismo veremos las dimensiones de lo que este autor plantea como subjetividades conjuntiva y conectiva.

Preguntas de investigación:

¿Qué valor le damos a la aparición de indicadores de los asuntos que suelen denominarse (y hasta denostarse por tales en la clínica convencional) sociales (e históricos, económicos, políticos, etc.)?

¿Cómo el esquizoanálisis puede dialogar con perspectivas de trabajo clínico psicológico, enriqueciendo y además superando las perspectivas personológicas?

Conexión de conceptos: Rizoma, Cartografía, Inconsciente trascendental.

Intercesores: Enrique Pichon Riviére y Franco “Bifo” Berardi

 

 

Fascismos al acecho.

Cartografías. Siempre se trata de eso. Hagamos lo que hagamos. Entendiendo o no que hacemos eso. Es inevitable. Cualquier cosa que emprende una persona porta ese acto, el mapeo, ver qué pasa, donde estoy, qué generó, que se produce en mí, qué intensidades se juegan y…y…y… Incluso no necesariamente es un acto consciente, ahí se juega también la mayoría de las veces el inconsciente productivo. Y no es un mero acto subjetivo-individual, la subjetividad abierta múltiple y colectiva vive cartografiando y produciendo en esos mapeos. Y no solo mapas obviamente.

 

El rizoma está cambiando, estamos viviendo tiempos jodidos y se están dando agujeros negros destructivos en forma siniestra en el mundo. No es nada nuevo. En especial Guattari siempre ha hablado de que cada tanto vuelven los arcaísmos y fascismos, en formas novedosas y no tanto. La desaparición de un proyecto colectivo consistente y potente (con sus fallas y peligros obviamente) como el denominado “Mundo Comunista” ha hecho que desde los 90 hasta aquí los proyectos neoliberales se vayan implantando con mayor fuerza. Los gobiernos de centro-izquierda que han gobernado en buena parte de América y Europa generaron una agenda de derechos bastante revolucionaria, intentaron efectuar algo de justicia social con resultados muy dispares (sobre todo en Latinoamérica donde el hambre y la pobreza no son comparables al mundo europeo ni al norteamericano –y es una obviedad pero es bueno recordarlo, que Asia y sobre todo África están mucho peor). Pero estos gobiernos de tibios cortes reformistas en su mayoría no cuestionaron en gran forma al Capitalismo Mundial Integrado que siguió vivito y coleando.

 

Gilles Châtelet, en su libro Vivir y pensar como puercos. De la incitación a la envidia y el aburrimiento en las democracias de mercado (Châtelet 2002), con gran dedicatoria a varios pensadores, entre ellos Deleuze y Guattari, ha realizado un buen análisis de este fenómeno de gobiernos izquierdistas y progresistas que lograron básicamente continuar legitimando el Capitalismo bajo otras formas. Su principal crítica se dirige contra los pensadores del neoliberalismo, que en forma inteligente se dieron cuenta de que era imposible sostener la postura conservadora, llena de prejuicios y anacrónicos tradicionalismos. Este posicionamiento dificultaba el “progreso” económico. La mejor manera de inculcar un neoliberalismo soft, pero más eficaz, fue con la apertura a las ideas progresistas, más tolerantes y libertarias (Châtelet 2002). Una izquierda remozada, perfumada y edulcorada, ya con poca crítica hacia el Capitalismo y el Libre Mercado, se terminó imponiendo.

 

Este Gilles, que no es Deleuze, cita un párrafo de ¿Qué es la filosofía? de nuestros queridos Gilles y Félix que bien se puede decir que es la base sobre la que despliega su excelente libro:

 

“Los derechos humanos no nos harán bendecir el capitalismo. Muy inocente, o muy artera, tendría que ser una filosofía de la comunicación que pretendiese restaurar la sociedad de los amigos, o incluso de los sabios, formando una opinión universal como “consenso” capaz de moralizar las naciones, los Estados y el mercado. Los derechos humanos no dicen nada sobre los modos de existencia inmanentes del hombre provisto de derechos. Y no sólo experimentamos la vergüenza de ser hombres en las situaciones extremas descritas por Primo Levi, sino en condiciones insignificantes, ante la bajeza y la vulgaridad de la existencia que acechan a las democracias, ante la propagación de esos modos de existencia y de pensamiento-por-y-para-el-mercado, ante los valores, los ideales y las opiniones de nuestra época. La ignominia de las posibilidades de vida que se nos ofrecen sale a la luz. No nos sentimos fuera de nuestra época, al contrario, continuamente contraemos con ella compromisos vergonzosos. Este sentimiento de vergüenza es uno de los motivos más poderosos de la filosofía. No somos responsables de las víctimas, sino ante las víctimas. Y no queda más remedio que hacer el animal (gruñir, hozar, reír estúpidamente, convulsionarse) para escapar a lo innoble: incluso el pensamiento está a veces más cerca del animal moribundo que del hombre vivo, aunque se trate de un demócrata” (Châtelet 2002: 9).

 

En nuestro continente se posicionaron en el poder en buena parte de las dos primeras décadas del siglo XXI, gobiernos de variado cuño izquierdista. Los que han generado reformas de índole más revolucionaria han padecido desde juicios políticos de oscura legitimidad hasta golpes de estado y expulsiones. Los demás padecen el desgaste propio de gobiernos que no apuntaron a cambiar tanto las reglas de juego y son sustituídos por gobiernos de cuño más derechista y conservador, algunos se han mantenido con postura totalitarias muy lejanas a una izquierda (al menos la que piensa quien escribe). El Capitalismo está cambiando de receta, ahora está mapeando el oscuro rizoma de la ola conservadurista y poniéndose a tono. Con discursos anti-globalización, patriarcales, religiosos (sobre todo evangelistas), racistas y hasta anti-comunistas o anti-izquierdistas, nuevos líderes y gobiernos derechistas surgen en el mundo. Parece un retroceso. Pero hay que tener en cuenta que siempre estuvieron en el socius estos discursos, estas catexis reaccionarias. Ahora toman mayor empuje. Parece un plan genialmente ejecutado, y tal vez sea así para desgracia nuestra.

Pero todo puede ser, e incluso que esta subjetividad colectiva, el cuerpo lleno del Capitalismo Mundial Integrado actúa y también genera sus propias producciones y reproducciones, en fin… todo lo necesario para seguir funcionando. El reciclaje necesario. El nuevo embrujo, la nueva brujería, la nueva máquina milagrosa funcionando. El polo paranoico del socius está tomando con virulencia viejos valores-fuerza. Parece la vuelta a los años 70, tras lo que fueron los fervorosos años 60, sobre todo sus últimos años. El aparato de estado más represivo fue puesto nuevamente al servicio para reinstaurar un poco de orden. Algo así parece estar sucediendo nuevamente tras un poco de avances sociales y en derechos dentro del marco capitalista. Es hora de que aparezcan los viejos dinosaurios.

 

Clínicas que cartografían

 

En 2019, en Uruguay, un paciente en consultorio, en pleno año electoral, me dice: “voy a votar por la Reforma (se refiere a una Reforma en Seguridad que propuso parte de la Derecha en Uruguay). Esto no se banca más. Ayer robaron a unos amigos. Esto pasa todos los días. Todo se fue al carajo. Yo voté al Frente Amplio (coalición de centro-izquierda que ha gobernado entre 2005 y 2020), pero no va más. Se necesita mano dura. Si hay que poner militares en la calle para parar esto, que así sea”.

 

Otro paciente señala, también en su hora de consultorio particular, durante esa misma época: “no aguanto más, otra vez me robaron. Estos zurdos ya me pudrieron. No sólo no solucionaron la pobreza y el desempleo, dan unos salarios de mierda a los que trabajamos, nos fajan con impuestos y para colmo no te protegen. Toda la vida fui de izquierda, pero la verdad que ya no lo banco más. Creo que me voy a tirar a la derecha. Pienso votar a Manini (General retirado, principal militar en buena parte del gobierno del Frente Amplio de 2015-2020, con rispideces con la presidencia en el último período que motivaron su destitución, actualmente es el máximo referente de un nuevo partido de derecha, Cabildo Abierto, que en 2019 logró más de un 10% de los votos y en 2024 apenas superó un 2). Es un milico de mierda, lo sé, pero igual. Se necesita una persona de autoridad que ponga las cosas en orden un poco. Creo que es la hora de cambiar para la derecha. Me duele lo que digo, pero esta izquierda fue una mierda, y ahora creo que esto solo lo puede solucionar una vuelta a la derecha”.

 

Sigo con otra viñeta de otro paciente, ya con los resultados electorales de 2019 a la vista: “yo no te puedo creer. Ganó la derecha. Es increíble. Qué pueblo cornudo. Volvemos a los de antes. Con todo lo que hizo el Frente. Tá, yo sé que quedaron cosas pendientes, que hubo líos de corrupción…. pero bajaron la pobreza, aumentaron los salarios, la gente viaja más, disfruta más, consume más. Hasta los que no laburan pueden consumir mucho más que antes. De seguro esos pichis de mierda muchos votaron a los blancos (así se les dice a los miembros y partidarios del Partido Nacional, partido conservador que ganó las elecciones en ballotage), que se jodan ahora, que vuelvan a la mugre. Nos cagó la inseguridad, ese fue el tema, ahí se fue todo a la mierda. Pero si creen que estos los van a solucionar, son unos pelotudos, peor vamos a estar”.

 

Mientras tanto en el Hospital Psiquiátrico, en diferentes instancias grupales trabajando con pacientes con diferentes trastornos mentales en agudo, se escucha decir, por esa misma época:

 

“Dios todopoderoso pone las cosas en su lugar. La biblia, la verdad, los pastores lo dijeron. Estos comunistas se tenían que ir, son el mal. Le hacen mucho daño a Cuba y Venezuela. Por eso quedé también recontento cuando entro la rubia esa con la biblia en Bolivia. Mi familia está recontenta con que ganaron acá Lacalle y Manini”.

 

“Viva Bolivia y Brasil. Yo le dije a Bolsonaro que ayude a los países pobres a ser ricos y buenos para Dios. Me está haciendo caso. Por eso hecha a los malos. Chile va a volver a ser lo que era, esa gente mala se va a arrepentir de lo que hacen con Chile. En Uruguay con estos comunistas y tupamaros ya no se podía más. Los comercios cierran, la gente fuma más droga, todo está caro. Tabaré es creyente pero solo no pudo. Argentina ahora se va a fundir con estos ladrones que volvieron, son el Diablo. Bolsonaro y Trump los van a echar. Dios hace las cosas bien para que la gente aprenda”.

 

“Vos está reloco, como vas a decir eso. El Frente es lo más grande que hay. ¿No ves que esto es una revolución, íbamos a ser como Rusia y Cuba y ahora todo se echó para atrás? Vuelve el Imperio, vuelve el Capitalismo, la sociedad libre se terminó. El aborto, la marihuana, el matrimonio gay, los sueldos buenos, la tarjeta mides pa los pobres… todo eso se terminó. Nos van a robar todo los blancos, los colorados y el milico este.”

 

“El tema es el poder de la moneda. La moneda de 10 pesos, echa en China y fundida en oro en Rusia va a ser la más poderosa. Los yankees se mueren y están desesperados. Con esa moneda todos vamos a ser ricos y poderosos. Los gringos no quieren eso. Europa ya compró esas monedas. Yo tengo varias en mi poder y espero salir de acá e irme a la mierda, al menos a Argentina sino a México. Cuando junte unos pesos compro más monedas de 10 pesos de oro chinas y me voy. A Rusia, China, Australia, pero me voy. Me haré rico allá, acá todos van a morir pobres”.

 

De las psicologías personológicas al esquizoanálisis

 

El rizoma está, actúa, se mueve y hace mover. Más que nunca Deleuze y Guattari aciertan: “El delirio no es familiar, sino histórico-mundial. Se delira a propósito de los chinos, de los alemanes, de Juana de Arco y del Gran Mongol, acerca de los arios y los judíos, del dinero, del poder y de la producción, y no en absoluto sobre papá y mamá. Aún más: la famosa “novela familiar” depende estrechamente de las catexis sociales inconscientes que aparecen en el delirio, y no a la inversa.” (Deleuze, Guattari 2006). En la misma entrevista se preguntan: “Lo que a nosotros nos interesa (y que, en cambio, no interesa en absoluto a los psicoanalistas) es esto: ¿Cuáles son tus máquinas deseantes? ¿Cuál es tu manera de delirar el campo social?” (Deleuze, Guattari 2006).  Sin dudas esa es la cuestión. La interrogante de la subjetividad y su producción social. Su deriva delirante. ¿Acaso las conexiones maquínicas de los psicóticos son “mejores” que las que puede hacer un fascista, un revolucionario o un pacifista? Las fuerzas sociales comunicantes contrapuntean en el socius, capturando las subjetividades en diversas modulaciones y polos.

El modelo WASP (hombre blanco, anglo-sajón y protestante, asociado a los blancos que defienden los valores tradicionales, euro y norte-centristas, patriarcales y machistas) está en crisis hace tiempo ya, y por eso mismo lucha por la permanencia. Hoy día, y hace tiempo ya, obviamente no está sólo en los humanos de etnia blanca, sino en cualquiera que adopte estos valores predominantes del WASP (puede ser afro, chino, judío, etc.). En un mundo cada vez más esquizofrénico, todo parece ser posible, desde las libertades más inimaginables hasta el ostracismo más extremo. La escisión parece tener una lucha cada vez entre posiciones más extremas. O se avanza en una sociedad cada vez más diversa y más justa, o se vuelve a una sociedad más militarizada, represiva y racista. Lo que vivimos en Brasil en la educación durante el bolsonarismo, es una muestra. Incluso con el mal manejo que tuvo su gobierno durante la pandemia, casi gana nuevamente las elecciones recientemente, dejando la fantochada del intento de golpe de Estado “a la Trump” que le podría costar la prisión a su líder. Nuevamente la cuestión del misterio vuelve a establecer las preguntas que Baruch Spinoza y Wilhem Reich se hicieron. Las masas desean la esclavitud, desean el fascismo.

 

En su Tratado Teológico Político (Spinoza 2014) Spinoza refiere que “los hombres luchan por su esclavitud como si fuera su salvación” (Deleuze, Guattari 1985). ¿Por qué los seres humanos actuamos, incluso en contra de nuestros intereses, obedeciendo a las órdenes de nuestros amos, sus deseos y hasta sus desatinos? Ya Reich refería en Psicología de masas del fascismo que “lo sorprendente no es que la gente robe, o que haga huelgas; lo sorprendente es que los hambrientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga”, como nos lo recuerdan citándolo Deleuze y Guattari en El Anti Edipo (1985). Como en varios momentos históricos las masas desean el fascismo; las catexis reaccionarias, conservadoras, se imponen a las transformadoras y revolucionarias. Reterritorializaciones del Poder que apela a entristecernos, favoreciendo la adaptación pasiva al decir de Pichon Riviére, o la Normopatía según Jean Oury.

Estos vaivenes se dan en lo que Pichon Riviére trabajó sobre la cuestión de la adaptación en las subjetividades: es la “adecuación o inadecuación de la respuesta del sujeto a las exigencias del medio. A la conexión operativa, transformadora o inoperante, empobrecida, entre sujeto y mundo” (Zito Lema 1997: 85). El devenir esquizo o esquizoonte está más del lado de la adaptación activa, que implica “una perspectiva integradora y tiene capacidad para transformar esa realidad transformándose, a la vez, él mismo” (Zito Lema 1997: 86). Incluso Pichon disloca esta cuestión de la concepción capitalista: “no implica aquí “competencia social”, aceptación indiscriminada de normas y valores, sino, por lo contrario, una lectura de la realidad con capacidad de evaluación y propuestas de cambio” (Zito Lema 1997: 86). Adaptación pasiva y activa se bambolean en las subjetividades como lo estriado y lo liso, lo nómade y lo sedentario. Las subjetividades se mueven en esta diagramación.

Pichon Riviére cuestionó desde el Río de la Plata al psicoanálisis y las psicologías meramente individualistas. “El psicoanálisis debe ser espontáneo, imaginativo, no atado a pautas rígidas” (Zito Lema 1997: 95). Al igual que Tosquelles, Oury y Guattari, comenzó el andamiaje de su concepción con el psicoanálisis y el marxismo. También para él Wilhem Reich ha hecho aportes importantes, considerándolo también dentro del campo de la psicología social. Reich “ha hecho la tentativa, sin duda una de las más serias, de buscar los puntos de unidad entre el psicoanálisis y la teoría social” (Zito Lema 1997: 99). La concepción pichoniana todavía tiene un familiarismo muy fuerte en su teoría, pero toma también lo social, lo económico, cultural, etc. como factores fundamentales en la praxis de la psicología social, punto que lo acerca en parte al esquizoanálisis. “Es preciso aclarar que la psicología social no pone su acento en la familia, lo pone en la interacción entre la familia y sociedad” (Zito Lema 1997: 105).

En este pasaje Pichon lo deja muy claro: “Para nosotros el individuo humano es un ser de necesidades que sólo se satisfacen socialmente, en relaciones que lo determinan. El sujeto no es sólo un sujeto relacionado, es un sujeto producido. No hay nada en él que no sea la resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases” (Zito Lema 1997: 107). Guattari sobre todo, nos enriquece esta visión con su concepción de los equipamientos y también con la de lo colectivo (incluyendo lo pre-personal), y ni hablar con su aporte de las tres ecologías. Pichon Riviére va a privilegiar como el lugar de operación a los grupos. Juan Carlos De Brasi, un pos-pichoniano, en los 90, incluirá la posibilidad de trabajar con esta concepción con una persona o con cualquier tipo de subjetividad, cuando afirma que un individuo ya es un grupo plegado: “No, un grupo para nosotros es uno plegado. No son veinte personas, es ella que está allí, sólo que está plegada… no es una evidencia empírica la que da la noción de grupo” (De Brasi 1995: 93).

Toma Pichon de Aldo Pellegrini la idea de arquiatra, “una búsqueda sin pausas del saber. Esa ansia de penetrar, a fondo y con los riesgos que ellos significa, en los misterios de la naturaleza humana” (Zito Lema 1997: 77). Resuena esta noción con el esquizoanálisis como transdisiciplina o antidisciplina, en su afán sólo de trabajar una concepción de subjetividad e inconsciente en cualquier ámbito: clínico, cultural, artístico, filosófico, político, científico, etc. Y trabajando justamente con todas las disciplinas y campos del saber que fueran necesario. Pichon Riviére señalaba que un clínico, psiquiatra, o psicólogo social, debía nutrirse de forma múltiple en el saber de lo humano: política, psicología, simbolismo, semiótica, arqueología, etc… No conoció Pichon al esquizoanálisis, pero sí a la antipsiquiatría de Laing y Cooper, con la que tiene afinidades similares a las que tiene con Reich, y comparte la apuesta de humanizar la atención psiquiátrica, pero no está de acuerdo con sus visiones téoricas y técnicas a las que visualiza como desviaciones de las posturas de Sartre.

Autores como Alfonso Lans han trabajado ciertas analogías entre las experiencias y teorías de Enrique Pichon Rivière en Argentina y Félix Guattari en La Borde. Sin dudas Pichon hace también un alejamiento del modelo psicoanalítico clásico, hasta lo patenta en sus obras: Del psicoanálisis a la psicología social (1971). Si bien mantiene muchos elementos estructuralistas en la teoría, va hacia una concepción familiar y social de la locura y de todo malestar psíquico. Y también tiene en común el hecho de ver la necesidad de revolucionar los hospitales psiquiátricos. El argentino fue expulsado del hoy llamado Hospital Borda por generar prácticas alternativas que fueron muy mal vistas por el statu quo. Ante la falta de enfermeros instrumentó a pacientes para que pudieran cubrir en buena parte esos roles. Esta experiencia también recuerda a las de Tosquelles que tanto inspiraron a Oury y Guattari en La Borde. Joaquín Rodríguez Nebot, en una de las tantas conferencias dadas por él en las que participé, señaló que conoció a Pichon Rivière en sus últimos años, y estaba comenzando a leer a Gregory Bateson y sus Pasos hacia una ecología de la mente (1991). Bateson es importante para Guattari por su concepto de meseta que es tomado para trabajar su visión del rizoma (Deleuze & Guattari 2004), y también para su concepción ecosófica (Guattari 1996).

No es casualidad que haya sido en autores muy implicados en el pensamiento del psicólogo social argentino (más allá de su nacimiento en Suiza) que las ideas de Deleuze y Guattari comienzan a introducirse en forma muy clara. Es señera en ese sentido la edición de Lo grupal, una serie de diez libros que van señalando en muchos de sus autores elementos críticos a la psicología social pichoniana clásica y van proliferando otras concepciones y praxis. Entre esos autores encontramos a Gregorio Baremblitt (señalado como uno de los más importantes introductores del pensamiento de Deleuze y Guattari en Latinoamérica), Juan Carlos De Brasi, Eduardo Pavlovsky, Hernán Kesselman, Osvaldo Saidón o Marcelo Percia . Esos libros se editaron entre 1983 y 1993 (AA. VV. 1983). Allí comenzaron a circular concepciones y derivaciones hacia el esquizoanálisis, el psicodrama, el análisis institucional, modos críticos y renovados del psicoanálisis y la psicología social. Y sobre todo concepciones críticas de la subjetividad, escapando de las concepciones clásicas del psicoanálisis, el estructuralismo y la dialéctica. Herramientas provenientes de autores como Deleuze, Guattari, Foucault, Derrida, Loureau, Lapassade y otros complejizaron los campos de intervención y las miradas sobre la subjetividad, la sociedad y la salud.

En ese campo rioplatense, en los ámbitos de las psicologías grupalistas y los intercambios universitarios entre Uruguay y Argentina, estas ideas van tomando fuerza. Y generan cambios, cuya mayor irrupción en Uruguay se da en el Área de Psicología Social en la Facultad de Psicología de la Universidad de la República en los años 90, que pasa de un esquema esencialmente pichoniano a una psicología social con miradas desde la complejidad con muchas de las innovaciones y críticas ya enunciadas. Desde ahí, profesores como Silvia Castro, Joaquín Rodríguez, Alejandro Raggio, Alfonso Lans, Gabriel Galli y otrxs trabajan investigaciones sobre las producciones de subjetividad revolucionando la psicología social y sus modos de enseñanza y trabajo.

Un paso fundamental es la fundación en los 90, en el marco de la Facultad de Psicología, del Servicio Social Comunitario de Atención Psicológica, cuya área clínica es coordinada por el psicólogo Alfonso Lans. Ahí comienza a fundarse una clínica muy sostenida en el estudio de autores como Deleuze, Guattari, Pavlovsky y Baremblitt, entre otros. Y el paso fundamental en la inauguración de la clínica esquizoanalítica en Uruguay es la fundación del Centro Félix Guattari en Montevideo en el 2000. Alfonso Lans, Gabriela Etcheverry y Marcello Leggiadro, entre otros, inauguran un espacio de estudio, formación e investigación en prácticas esquizoanalíticas. Allí, a tres años de egresado como psicólogo hago mi especialización en clínica esquizoanalítica, culminándola en 2005. En base a seminarios, esquizodramas y un esquema básico de trabajo centrado en la técnica operativa de grupo pichoniano se fueron dando los aprendizajes de conceptos, modos de intervención, covisiones clínicas y el aprendizaje del proceso humano y grupal. Todo un proceso alquímico de transformación. De modos singulares. Como decía Baremblitt en algunas de sus conferencias, según recuerda vagamente mi memoria: “Al esquizoanálisis uno va entrando con lo que trae, del proceso vivencial y lo aprendido, y se va modificando a medida que los conceptos deleuzo-guattarianos se van incorporando, de maneras únicas y diversas”.

El esquizoanálisis en su vertiente clínica-psicológica debe conjugar y llevar a sus límites y hacer estallar los campos de las psicologías personológicas, nutriendo incluso campos de la salud mental como la sistémica, el diálogo abierto o la psicología social, que en sí mismos piensan estas cuestiones más allá de mentes individuales. Conjugar la clínica psicológica cartográfica o rizomática haciendo trabajar esa noción de inconsciente trascendental que comienza a esbozarse en El Anti Edipo: “…una revolución, esta vez materialista, no puede pasar más que por la crítica de Edipo, denunciando el uso ilegítimo de las síntesis del inconsciente tal como aparece en el psicoanálisis edipiano, de modo que recobre un inconsciente trascendental definido por la inmanencia de sus criterios, y una práctica correspondiente como esquizo-análisis” (Deleuze&Guattari 1985: 81).

Guattari trabajó con los sistémicos en los 80, a través de la amistad con Mony Elkaim, nutriendo el campo clínico y enriqueciendo todo lo relacionado a las Redes Sociales, justamente en una labor de arquiatras, con el despliegue de nociones contemporáneas de la filosofía, la física y la sociología entre otras disciplinas. Entre esos vectores que vemos hoy, se ha desarrollado el Diálogo Abierto entre los 90 y 2000, surgido en prácticas institucionales, clínicas y sociales en Finlandia. A través de las ideas del filólogo ruso Mijail Bajtín, el Diálogo Abierto entiende a la subjetividad en el entre y no en un sujeto específico, trabajando con la multiplicidad interviniente, descentrándose del paciente y convocando al diálogo entre los diferentes actores (familia, amigos, equipo técnico y otros miembros de la red social), colocando a los técnicos como una parte más de la red e intentando empoderar a las subjetividades sufrientes y sus grupalidades cercanas tomando las decisiones sobre el padecer, sus efectos y los proyectos de vida. Un punto importante es la polifonía, ese concepto de Bajtín, que convoca a prestarle atención y a convocar a las diferentes voces y puntos de vista, concepto que Guattari ha venido trabajando también: “De hecho, la subjetividad es plural y polifónica, para retomar una expresión de Mijail Bajtin. No conoce ninguna instancia dominante de determinación que gobierne a las demás instancias como respuesta a una causalidad unívoca” (Guattari 1996 a: 11).

En Diálogo Abierto no se somete a las subjetividades a significaciones dominantes ni a interpretaciones edípicas ni de ninguna calaña, la voz técnica es una más y se tiende a no colocarse en un lugar de expert autoritario.  Su único objetivo es la profundización del dialogismo y la reflexión, en contacto con las sensaciones corporales y emocionales, conjunto que irá llevando a las transformaciones deseantes. “El dialogismo implica heterofonía –multiplicidad de voces-, heterología –alternancia de tipos discursivos entendidos como variantes lingüísticas individuales- y heteroglosia –presencia de distintos niveles de lenguaje-. Las terapias dialógicas, como el diálogo abierto, recogen esta concepción como inspiración. En el diálogo abierto se hace hincapié en promover el diálogo y sólo secundariamente en suscitar el cambio en el paciente o en la familia” (Seikkula y Arnkil 2016: 304).

 

Entre el WASP y las Revoluciones Moleculares.

¿Por qué urge tener visiones de la psicología, la salud mental y la clínica, que no sean personológicas y puedan dar cuenta de la realidad material con la que trabajamos? Dicho de otra manera: para retomar esa propuesta de una psiquiatría o psicología materialista descripta en El Anti Edipo. Porque sino inventamos un mundo demasiado embrujado, encantado y falso. Las teorizaciones estructuralistas individualistas, edipizantes, simbólicas, arquetípicas, cognitivas u otras nos alejan de la realidad concreta donde se desarrollan los hechos. Los síntomas se dan en relaciones sociales, en agenciamientos maquínicos colectivos, en territorios existenciales donde los equipamientos, las instituciones, los flujos sociales, históricos, culturales y…y…y marcan sus esquizias constantemente. Son las mismas maquínicas deseantes puesta en juego, en movimientos micro y macropolíticos. Guattari afirmaba que antes que el ser está la política, porque ya los sujetos como resto de la maquinaria están produciéndose en juegos de poder y deseo que les preceden, la inmanencia. Los síntomas son índices maquínicos ecosóficos.

Sobre la depresión, por ejemplo, Franco Berardi afirma que es inherente al modo de vida neoliberal, algo que vienen estudiando autores como Leader (2011) y Ehrenberg (1998) como fenómeno al menos desde los 70. “Los eventos de la depresión económica y la depresión psíquica deben ser entendidos en el mismo contexto, porque están interrelacionados” (Berardi  2018). La depresión social inevitablemente afecta los espíritus individuales, compone cuerpos tristes. “La máquina perfecta de la ideología neoliberal se está cayendo a pedazos porque estaba fundada en el supuesto equivocado de que el alma podía ser reducida a mera racionalidad. El lado oscuro del alma –miedo, ansiedad, angustia, pánico y depresión– por fin ha mostrado su cara después de haber pasado una década rondando en las sombras de la muy pregonada victoria y la prometida eternidad del capitalismo” (Berardi 2018).

La subjetividad traza mapeos maquínicamente, en los “entres” que permanentemente poblamos y producimos. Entre fragmentos y acontecimientos de otros humanos, animales, plantas, minerales, y múltiples artefactos como celulares, televisores, autos, casas, diversas instituciones y un etcétera gigante. Si somos estrictos en el sentido esquizoanalítico, los encuentros no son entre personas u otros “objetos totales”, sino entre pensamientos, afectos, sonidos, climas, intensidades, etc. Encuentros deseantes, máquinas deseantes, cuerpo sin órganos. Toda una micropolítica de los vínculos y las conexiones.

En estos tiempos post-pandémicos, los virus capturan nuestra atención y nos libidiniza un terrible agujero negro que descompone besos, abrazos y múltiples encuentros corpo-afectivo-sensibles. La subjetividad conjuntiva pierde terreno en estos días, diagramándose con mayor fuerza la subjetividad conectiva.

Bifo Berardi, en La sublevación, afirma que la subjetividad conjuntiva privilegia la sensibilidad. Nos dice:

“La sensibilidad es la capacidad de los seres humanos de comunicar cualquier cosa que no se pueda decir con palabras. Es la disponibilidad de los cuerpos a las caricias, a la compasión entendida como percepción compartida. El organismo colectivo es capaz de conjunción y, por tanto, capaz de afectividad, comprensión sensual y solidaridad social. (Berardi 2014: 104)

La subjetividad conectiva, por otra parte, dice el autor que “es la interoperatividad funcional de organismos reducidos a segmentos lingüísticos compatibles. La difusión de la modalidad conectiva en la vida social produce las condiciones de un cambio antropológico del cual no distinguimos aún plenamente los contornos. Este cambio implica una mutación del organismo consciente: para que el organismo consciente pueda hacerse compatible con el ambiente conectivo es necesaria una reformulación del sistema cognitivo”… “La tecnología recombinante de la Red global provoca una aceleración de los flujos informativos y una potenciación de las capacidades de concatenación conectiva. Pero al mismo tiempo esto parece producir un embotamiento de las facultades conjuntivas de la cognición humana. La facultad conjuntiva esencial, que es la sensibilidad y la expansión de la modalidad conectiva en la psicoesfera, produce efectos de tipo patógeno sobre la esfera de la sensibilidad” (Berardi 2014: 106).

 ¿Será este cambio subjetivo importante, que menciona Berardi, el que está llevando a la aparición de personalidades cada vez más frágiles, vulnerables? Al menos desde los 90 muchos autores señalan que la neurosis está en decadencia, y que cada vez más nos encontramos con personalidades limítrofes, que bordean la impulsividad, la psicosis y hasta el autismo . ¿Qué pasará con esta mayor diagramatización de la subjetividad conectiva aumentada además tras el confinamiento? Quizá nos tengamos que preparar cada vez más a estar con nuevas modalidades de subjetividades zombis de pantalla.

Tal vez la subjetividad conectiva también nos aleje cada vez más del mundo de los animales y las plantas. La pantalla de la mascota virtual no siente lo mismo que un perro o gato de veras, y mucho menos un perro-robot. Guattari afirmaba que la tecnología es algo a lo que no podemos rehusarnos, y que puede ser un instrumento más para la libertad humana. Pero sin duda las máquinas técnicas tienen su lado oscuro, un diagrama tenebroso del que nos han dado posibles pistas artistas de la ciencia ficción. Recordemos la saga de Terminator, o la de Matrix, o Robocop, o novelas como 1984 o Fahrenheit 451.

Esta subjetividad conectiva llega al colmo incluso a nivel de proyecto colectivo ideológico, con mucha pujanza en estos tiempos posmodernos y neoliberales: el transhumanismo. Nos dice brillantemente Bifo sobre este en Autómata y caos: “Una ideología transhumanista cuya premisa psicoepistémica es la vergüenza y el asco de ser humanos, de tener cuerpos humanos y mentes corpóreas” (Berardi 2020: 112). “Siguiendo la línea cartesiana, los transhumanistas tienen un enfoque dualista del problema mente-cuerpo, y piensan que la mente humana puede existir, independientemente del cuerpo, en una computadora” (Berardi 2020: 114). Nuevas máquinas técnicas para ejercer la masacre sobre el cuerpo, el nuevo Juicio de Dios, la racionalidad algorítmica desafectivizada y desencarnada. O, mejor dicho, encarnada en bello cuerpo de siliconas.

Señala Bifo, entre otros, a Harari en su Homo Deus, donde afirma que la inteligencia no necesita de la conciencia; es más: esta es un estorbo para el desarrollo de una “superinteligencia”. Nos dice Bifo:

“Aquí Harari toca un punto esencial (en el que están incluidos los núcleos conceptuales del nazismo y del transhumanismo a la vez): la eficacia de la acción inteligente es exaltada y acelerada por la evacuación de la conciencia. El proyecto transhumanista se basa en la premisa de que la tecnología hará posible una simulación perfecta de la vida inteligente, pero esto es cierto solo si la vida inteligente se desvincula de la conciencia, que es residuo y exceso, lentitud e inexactitud”. (Berardi 2020: 116)

La inteligencia artificial va en camino de la búsqueda de la subjetividad del autómata algorítmico conectivo. Por suerte, concluimos con Bifo: “El proyecto transhumanista es imperfecto porque el caos toma la delantera sobre el autómata, y porque la conciencia nunca es aniquilada, aunque pueda resurgir en forma de caos psíquico” (Berardi 2020: 148). La vida siempre puede más, y aunque los estratos se endurezcan demasiado, el cuerpo sin órganos siempre los removerá y transformará de maneras insospechadas. Aunque nos quieran hacer repetir el calco, siempre lo podemos romper con nuevos mapas.

Podemos, pese a la crítica de Bifo Berardi, entender también otra forma de  transhumanismo. Una forma alegre, constructiva, potente. Un transhumanismo maquínico, esquizo, que entiende la cuestión de la subjetividad como agenciamiento colectivo, como paisaje que se va componiendo en el devenir de las relaciones corporales, de las fuerzas, de las historicidades, de las geografías y… y… y…

 Transhumanismo que no se opone a lo humano, a lo imperfecto, a lo material, a lo concreto… que se hunde en la inmanencia. O, mejor dicho, que la reconoce. Ningún coro de ángeles abstracto, ninguna robotización (o al menos no solo una robotización). Un cerebro inmundo, que no es conciencia perfecta, sino una conciencia bastarda que sabe que apenas pilotea como puede en los aires del inconsciente productivo. Ese inconsciente productivo donde las máquinas cada vez más nos acompañan, subjetivan y producen en forma cada vez más impactante. Historicidad que no es de ahora, obviamente, lleva mucho tiempo, siglos. Pero hay que reconocer que los avances en informática y digitalización han hecho que sean casi una parte nuestra insoslayable (pensemos solo en el uso del celular). ¿Qué quiero decir con esto? Apuesto a un transhumanismo consciente, “del abajo”, rebelde, revolucionario, que apueste a los devenires vitales. Siendo conscientes, críticos con respecto a sus derivas despóticas, controladoras y fascistas. La inteligencia artificial ya es parte de nuestras vidas también. Sabemos que no es solo un demonio. Tiene mucho para dar, nos puede ayudar, liberar. Agujereemos el aspecto capitalista-controlador, servo-mecanicista y esclavista del asunto.

Produzcamos líneas de fuga potentes para devenires rizomáticos, composiciones alegres y transformadoras de nuestras realidades. Eso lo tomo como una enseñanza de Guattari, que jamás propuso una lectura demoníaca de los avances en tecnología, sino un uso libertario y vital.

Y esos movimientos moleculares micropolíticos son los que necesitamos para socavar este transhumanismo algorítmico del autómata que está conjugado a la máquina abstracta capitalista del WASP. La máquina abstracta WASP funciona tercamente, como agujero negro atrae nuestros deseos, cuando las promesas revolucionarias de un mundo mejor decaen o son “traicionadas”, y/o cuando el confort consumista capitalístico está en riesgo desde la perspectiva del cordero temeroso. Sin duda opera como máquina deseante, elaborando la paranoia y el sedentarismo como se manifiesta en los discursos y actos neuróticos y psicóticos descriptos en las viñetas leídas. Obturan otros devenires posibles.

Apostemos a los devenires revolucionarios. A los movimientos, organizaciones y multitudes que insisten en marcar otros mundos de posibles, otras sociedades más deseantes y diversas, donde solo quede afuera la explotación, la injusticia y el fascismo (el mayor enemigo como nos los recordaba Foucault). Insisitir en las proliferaciones revolucionarias de los movimientos LGBTQI+, el proletariado, los desocupados, los ecologistas, los locos…. La mayoría marginada, al decir de Basaglia. El diverso movimiento feminista  que sacude hoy al mundo con fuerza, devenir mujer que catapulta Revoluciones Moleculares, al decir de Guattari.

Disputarle el poder al WASP. Como afirman Deleuze y Guattari: “Supongamos que la constante o el patrón sea Hombre-blanco-macho-adulto-urbano -hablando una lengua standard- europeo-heterosexual cualquiera (el Ulises de Joyce o de Ezra Pound). Es evidente que “el hombre” tiene la mayoría, incluso si es menos numeroso que los mosquitos, los niños, las mujeres, los negros, los campesinos, los homosexuales, etc. – Y la tiene porque aparece dos veces, una vez en la constante, otra en la variable de la que se extrae la constante. La mayoría supone un estado de poder y de dominación, y no a la inversa” (Deleuze& Guattari 2004: 107). Justamente esa máquina abstracta WASP es la que está en disputa contra la que podría llamarse (de paso sería un lindo homenaje a Guattari): Revolución Molecular (que coloca todos los devenires transformadores y devenires minoritarios, en líneas generales  anticapitalistas en sus diferentes versiones más los feminismos, la diversidad sexual, los trabajadores, los desocupados, etc.). Ambas máquinas abstractas funcionan y generan también sus diversas mezclas en lo local, pues como nos enseñaron Félix y Gilles, estas cuestiones nunca son puras, están en conjunción y en diversos gradientes nómade-sedentarios y sedentario-nómades según el orden de las singularidades. La vida es obstinada, y siempre re-aparece, e insiste en ponernos en los caminos de la liberación.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

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