lunes, 6 de enero de 2014

CLINICA Y ESQUIZOANALISIS.

CLINICA Y ESQUIZOANALISIS.



                                                           
“Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado, siempre en curso, y que desborda cualquier materia vivible o vivida”
Gilles Deleuze. (1 Pág. 11)










Tal como expresa Deleuze, el acto de escribir es mucho más que intentar describir lo vivido, a tal punto que ya ni siquiera es otra inscripción de lo ya vivido, pues es otra forma de vida. Y es de vida de lo que quiero hablar aquí. Esa vida que trascurre en ese espacio-tiempo artificial (más no por ello menos real) creado por la humanidad: la clínica. Y, como Michel Foucault nos ha enseñado, la clínica tiene su origen sociohistórico en las prácticas y discursos médicos. “La medicina se inventó un artefacto –dispositivo- de transmisión de sus saberes, para la capitalización de este saber y el desarrollo de su poder, sobre la sociedad civil” (2  pág. 183). Es en función de este dispositivo que se originan las prácticas  de la Psiquiatría y más adelante de la Psicología. Y en nuestra ciencia se han creado múltiples modelos a seguir. Pero: ¿estos modelos se deben repetir? Joaquín Rodríguez Nebot plantea que: “la clínica es en tanto y en cuanto se investiga, en la propia acción del proceso, sin la investigación no hay clínica posible, solamente es reproducción, estereotipia, y por lo tanto es discurso y acción de poder” (2 pág. 191). Y es que esta acción técnica y discursiva, que sólo presta oídos a lo que la teoría quiere escuchar, es sólo una repetición a-crítica de un molde que recorta la multiplicidad de la realidad en la que estamos insertos. No se puede pensar prácticas en el plano de las Epistemologías del Ser, de lo estático, de las Ciencias del Estado, con su tradición racionalista especializada en medir espacios primero, para luego ocuparlos. La Filosofía de Estado pone hincapié en el orden, en lo racional, en lo absoluto. Este modo de pensar, esta tecnología, hace que la diversidad, la multiplicidad, el movimiento, queden diluidos, reducidos a una sola racionalidad. ¡Y si habrán racionalidades a seguir en nuestra ciencia plagada de doctrinas y de instituciones que llevan adelante la política de legitimación de las mismas!

Lógica de la identificación, de la individualización: “yo soy guestáltico, yo soy kleiniano, etc”. Lógica del reconocimiento, de la diferencia, pero de una diferencia que hace a lo homogéneo, pues es un identificarse con otros que son iguales. Craso error el de decir: “yo soy”. En realidad no se trata de Ser. Trampa de nuestro sistema de lenguaje, cristalizador del movimiento vital. En realidad se trata de estar siendo, de devenir. Devengo lacaniano, conductista o psicodramatista, al igual que devengo padre, mujer o policía. Lógica de territorios, trazados por múltiples recorridos. “Porque me-pertenezco, me-reconozco en un transcurrir témporo-espacial y en cada tramo me reconozco siendo yo-mismo” (3 pág. 126). ¿Por qué aferrarse, por qué trazar estos límites imaginarios de la existencia, al decir de De Brasi? Miedo a lo diverso, a lo múltiple, a caer en el “horror” del caos. Entonces: es mejor estriar, sedentarizar, anclarse en un lugar. Falsa ilusión  de la identidad y la pertenencia.

No es en esta línea imaginaria de pensamiento en la que me ubico. Me posiciono en Epistemologías que privilegian el devenir y lo fluido. Su pensamiento es nómade, le interesa el movimiento, por ende se mueve en función de vecindades, es decir en función de los medios con que contacta cambia de naturaleza y produce problemas. En esta dimensión se trata de construir conceptos, de valor local (no universal), útiles a un campo de análisis y de problemas específicos. El punto de vista nómade extrae del medio lo que sirve para pensar, ocupa el espacio y luego lo “mide”. Produce teorías locales para pensar el medio, construyendo los instrumentos para operar ahí. Comprende al caos no como desorden, sino como la confluencia de diversas lógicas, cada una con un orden específico. Nada más lejos de la anarquía. En definitiva, es un problema de miradas.

Las teorías y técnicas “psi” han sido históricamente diseñadas en función de problemas específicos. Por ende, no se trata de un asunto de fidelidad (decir: “soy freudiano o rogeriano, etc”... nos lleva a pensar como “el ano”, al decir de De Brasi), sino de multiplicidad. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de multiplicidad? Es, para Deleuze y Guattari (4) lo múltiple tratado como sustantivo. No es decir que el individuo, el grupo o la institución es múltiple. Sino que en primer lugar está lo múltiple, en eso que hemos construido sociohistóricamente como unidad. No es que, por ejemplo: el Hospital Vilardebó está compuesto por determinadas leyes, normas por las que se rigen determinadas personas, en donde hay una función social de atención psiquiátrica, etc.. Así lo que hacemos es santificar la unidad, el Hospital. En sí, ocurre que históricamente las formaciones sociales han rechazado todo aquello que escapaba de sus racionalidades, y han inventado determinados espacios donde recluir e intentar adaptar a los que diferían de las normas sociales, etc... Esto es rescatar la multiplicidad, colocarla en primer lugar. El individuo, el grupo, la institución, etc... son entidades abstractas, construidas o “inventadas” (al decir de Nietszche)  con determinados fines y propósitos. En nuestro devenir sociohistórico capitalista, los fines son la cuantificación, el medir para controlar, individualizar. Construcción de límites imaginarios, dualismos del adentro-afuera. En el mundo “psi” muchas veces nos “tragamos” estas “naturalidades”. Entonces decimos: “yo trabajo con mi paciente, en mi consultorio”, y hasta nos negamos trabajar con otras personas con las que “nuestro paciente” se vincula en su vida cotidiana. 

Naturalizamos el individuo y limitamos nuestro accionar por nuestro deseo de trabajar exclusivamente con él. Pero ese individuo no vive sólo, aislado, también sufre y padece con otros. Y esos otros no sólo remiten a una novela familiar, a lo edípico. También está el campo cultural, institucional, social, en donde la persona produce y es producida.

Producción de Subjetividad entendida como aquello relacionado con lo subjetivo, pero que no prioriza al sujeto (o grupo o institución, etc..) sino a la Multiplicidad. Entonces, el  movimiento implica no quedar atrapado en la noción de individuo (o persona o sujeto). Desde el esquizoanálisis, priorizar lo múltiple implica reconocer que en primer lugar estamos ante una situación problemática. Y esa situación problemática desborda a esa persona; y por ende puede demandar el trabajo con otros. E incluso fuera del espacio santificado del consultorio, en la calle, en una plaza, en su casa, etc...  Todo en función de una estrategia de trabajo que procura lograr determinados efectos en esa subjetividad. Allí, diferentes nociones y técnicas psi pueden utilizarse, pero como herramientas y no como saberes trascendentes a respetar y repetir. Del mismo modo, también podemos construir múltiples modos de intervención. Un método de la multiplicidad da cuenta de lo heterogéneo, descentra y conecta diversos eslabones semióticos, organizaciones de poder, políticos, científicos, artísticos, etc...

“Me peleé con mi marido.  Él me engañó. La culpa la tuve yo. Yo tengo que cambiar”, dice una subjetividad sufriente. Para esta señora el trabajo clínico implica trabajar con ella para aceptar la situación tal cual es para que no sufra. Mas eso es imposible. En un trabajo de movimiento, analizando su Edipo, su historia y la moral implantada, llega a la conclusión de querer cambiar su situación familiar. Esto implica un trabajo familiar, ya que no sólo apareció el marido sino su hijo con múltiples síntomas. Trabajo familiar que implica un trabajo en redes a posteriori. Trabajo con la maestra del niño, con la cuñada con la que convivían, pieza fundamental del funcionamiento maquínico familiar.

Trabajo de alisamiento-estriamiento. Ante lo amorfo e informal de la situación que se nos presenta, es decir lo liso, primero intentar comprender las líneas múltiples que la producen. Allí vienen a nuestra mano las diferentes teorías que dan luz sobre lo liso: trabajo de estriamiento. Estriar implica homogeneizar, sedentarizar, fijar, medir, dar forma. Estrategia local de intervención. Estriar, dar forma a eso múltiple para poder operar, hasta la producción de una línea de fuga que nos conecta con otras realidades que tenemos que dar cuenta pues también producen esta situación. Nuevo trabajo de alisamiento, que requiere posteriores estrategias. No se puede ser exclusivamente nómada o sedentario, liso o estriado. Mas bien devenimos en nuestro trabajo, en momentos alisamos, en otros estriamos. Sin estriar en nuestro trabajo psicológico, corremos el riesgo de no comprender nada y de ser inoperantes. Sin alisar el riesgo es la estereotipia, la rigidez en nuestro trabajo.

Dicen Deleuze y Guattari que una de las principales tareas del Esquizoanálisis  es: “descubrir en un sujeto la naturaleza, la formación o el funcionamiento de sus máquinas deseantes, independientemente de cualquier interpretación” (5 pág.332).

Esto es, sus multiples conexiones y constituciones, su complejidad. Lo que lo hace funcionar como tal, como máquina. Realidades siempre parciales, moleculares, no totales, molares  o absolutas. La realidad para el esquizoanálisis es siempre parcial (los totalizadores paranoicos hemos sido los humanos). De lo que se trata es de desmontar máquinas, de analizar sus flujos y los cortes de los mismos, las conexiones de sus partes. Acto de deconstrucción con la finalidad de construir un nuevo acto singular. Otra producción de subjetividad, menos alienante, más llena de vida.

El esquizoanálisis entonces enriquece, amplia y potencia la práctica psicológica en cualquier ámbito de desempeño profesional. No se trata de un dogma, sino de “una ético- política en el campo de la producción de subjetividad” (6 pág.25)., como afirma Guattari en 1991. “En el inconsciente no hay más que poblaciones, grupos y máquinas” (5 pág. 293). Otra noción de inconsciente es la que surge, más de la que surge del Psicoanálisis, es decir: el inconsciente reprimido, representativo. El inconsciente ezquizoanalítico produce, se expresa, crea. Y no habla de una novela familiar exclusivamente, también nos habla de lo sociohistórico, del entramado vincular de la subjetividad. El deseo no está entramado en el Edipo, sino en las multiples conexiones subjetivas maquínicas deseantes. “El deseo es máquina, síntesis de máquinas, disposición maquínica máquinas deseantes. El deseo pertenece al orden de la producción, toda producción es a la vez deseante y social” (5 pág. 306). Los procesos económicos, políticos, sociales, no están desligados de la sexualidad. Ahí ponemos también nuestra líbido, y esos procesos también nos producen. 

Por eso afirman Deleuze u Guattari que lo primero que catectiza la subjetividad es el campo social, que forma parte del familiar (que se coloca en segundo lugar). Por eso tal vez la insistencia de la Profesora Silvia Castro, encargada del Área de Psicología Social (al menos en mis épocas de estudiante, entre 1993 y 1999), en marcar en primer lugar lo social, en esa tan mentada palabra que intenta posicionarnos en el territorio de la complejidad: socio biopsico cultural. Buena parte de mi posicionamiento profesional lo debo a las enseñanzas de los cursos de su área en esta institución.








BIBLIOGRAFÍA:

1)-Deleuze, Gilles. “Crítica y clínica”. Ed. Anagrama, Barcelona. 1996.

2)- Rodríguez Nebot, Joaquín. “En la frontera”. Ed. Multiplicidades, Montevideo.1995                      
                                                                                 
3)-Lans, Alfonso. “Subjetividad y transformación social”. Ed. Multiplicidades, Montevideo. 1995.                                  
                                                                                                                                                                                               
4)-Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. “Mil Mesetas”. Ed. Pre-textos, Valencia. 1994.

5)- Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. “El Anti Edipo”. Ed. Paidós, Barcelona.1995.

6)- Guattari, Félix. “El Devenir de la Subjetividad”. Ed. Dolmen, Santiago de Chile. 1998.



Autor: Licenciado en Psicología Alfredo Fernando Perdomo Maldonado. Egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República Oriental del Uruguay.


Este trabajo es un resumen del presentado en las “V Jornadas de Psicología Universitaria” realizadas en la Facultad de Psicología de la Universidad de la República en Setiembre de 2000 y publicado en el libro de las mismas editado por la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Expuesto en Primeras Jornadas sobre el pensamiento de Deleuze y Guattari en 2001, organizadas por Imagen Cristal y Campo Grupal en Argentina. 















                                                                                          








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